Quizas esto sea un cuento de navidad...? Era tarde y una blanca oscuridad me rodeaba. Me dirigía a la casa de mi hija. donde ella y Maria estarían ultimando detalles de nuestra gran cena. Caminaba deprisa mientras cargaba con casi todos los regalos, menos el del padre de Maria que, a esas horas, ya lo llevaría puesto. Aquel Maldito frío estaba congelando mi cabeza y yo simplemente, ¡HABÍA OLVIDADO MI GORRO!. Siempre he creído que el principal motivo de mis catarros está relacionado con los múltiples olvidos de mis gorros. El frío era cada vez mayor, y aquella determinada manera de caminar rápidamente, pero sin querer pisar fuerte, me producía una sensación de extrema torpeza y vértigo que aumentaba en espiral mi cabreo. Estaba furioso y no dejaba de preguntarme en voz baja porqué y dónde había dejado mi gorro: "tal vez en el coche de Eva cuando esta mañana fuimos a buscar a mi padre al aeropuerto, o tal vez esté en casa...; ¡PUTZZ!". ...
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Reflejos y transparencias