Quizas esto sea un cuento de navidad...?

 Era tarde y una blanca oscuridad me rodeaba. Me dirigía a la casa de mi hija. donde ella y Maria estarían ultimando detalles de nuestra gran cena. Caminaba deprisa mientras cargaba con casi todos los regalos, menos el del padre de Maria que, a esas horas, ya lo llevaría puesto. Aquel Maldito frío estaba congelando mi cabeza y yo simplemente, ¡HABÍA OLVIDADO MI GORRO!. Siempre he creído que el principal motivo de mis  catarros está relacionado con los múltiples olvidos de mis gorros. El frío era cada vez mayor, y aquella determinada manera de caminar rápidamente, pero sin querer pisar fuerte, me producía una sensación de extrema torpeza y vértigo  que aumentaba en espiral mi cabreo. Estaba furioso y no dejaba de preguntarme en voz baja porqué y dónde había dejado mi gorro: "tal vez en el coche de Eva cuando esta mañana fuimos a buscar a mi padre al aeropuerto, o tal vez esté en casa...; ¡PUTZZ!". 

 Algunas luces de las farolas del camino se interrumpían de forma intermitente, lo cual aumentaba la dificultad de ver el suelo. ¡Era lo que me faltaba! Más adelante vi como una de las luces intermitentes dejaba de interrumpirse. Pude percibir que una antigua toma de agua, medio devorada por el óxido, posaba a sus pies. Conforme me fui acercando, percibí su forma y su color más claramente, La iluminación de la farola resaltaba los bellos tonos rojizos de la poca pintura que restaba intacta pero lo que más me llamó la atención fue su geometría, Aquel cilindro tenía otros tres cilindros en su parte superior, que parecia conformar el busto de un simpático muñeco, con dos grandes ojos saltones y una enorme nariz. Lo más sorprendente es que el oxido marrón oscuro había dibujado en ese rostro una simpática sonrisa dentro de una amable mueca...
Me quedé mirando ensimismado hasta que la luz volvió a interrumpirse y me trajo de nuevo a la realidad de mis prisas y empecé a pensar en las ganas que tenía de llegar y encontrarme con todos.

 El frío suavizó como el peso  de mi carga y como la rampa de mi camino. Pronto me vi brindando con una copa de cava en la mano. Fue una noche llena de todas esas cosas que tienen que llenar ese tipo de noches. Llena de gente cercana, de risas ycomplicidades, llena de amor por los que están y llena de recuerdos de los que no están.  Y fue ahí, en el abrigo de mi gente, cuando una estúpida idea me sobrecogió. Una imagen volvió con mucha fuerza a mi cabeza e intenté examinar todos los detalles que pude recordar. Intentaba salir de dudas para poder negármelo pero no, no podía, al contrario... cada vez estaba mas convencido... aquella toma de agua me había sonreído.



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